Se denomina “reino” al tipo de gobierno regido por la figura de un rey. En la antigüedad, todo el poder ejercido sobre un conjunto de personas se concentraba únicamente en un ente reinante, ya fuera un ser individual o un grupo en conjunto. El ser humano ha tenido desventajas al intentar beneficiar a quienes rige por este tipo de organización; nos atrevemos a enlistar algunas:
- Quienes poseen el poder suelen ser privilegiados de nacimiento (no conocen otra realidad más que la propia).
- Quien ejerce el poder es inmune a ser juzgado al violar las leyes establecidas.
- Quien ocupa el poder lo ocupa sin merecerlo.
- El poder absoluto corrompe.
Hemos leído que “todo pueblo tiene el gobernante que merece”, más tarde lo corrigieron diciendo “no es que los pueblos tengan los gobernantes que merecen, sino aquellos que se les asemejan”... ¿Pero qué ocurriría si el pueblo no necesitara un gobernante porque entiende perfectamente el papel que tienen todos y cada uno de sus habitantes, conformando así una comunidad, sin distinciones de ningún tipo?.
Pensamos en el “reino” como la manera en que nos desenvolvemos con otros y cómo estos nos perciben, así es como ideamos estos pasos (hipotéticos) que podrían ayudarnos a cuestionar el gobierno actual, y más importante, reformarlo a partir de nosotrxs:
1 - Identifica tus armas: verifica tus conocimientos y lo que puedes hacer con ellos.
2 - Reflexiona: cuestiónate porqué tu conocimiento es útil para el resto.
3 - Observa: analiza lo que crees que hace daño a la gente que te rodea (al pensar en todxs, te ves beneficiado tú también).
4 - Se propositivo: Plantea nuevas dinámicas sin perder de vista quién eres y lo que sería mejor no sólo para ti, sino para todxs.
Concluimos que antes de querer destruir algo, debemos imaginar también el modo en que podríamos destituir aquello que nos desagrada. El cambio ocurre primero en nosotros, y debemos representar la idea de lo que queremos para todxs
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